Si la música popular tiene un nombre, seguro que es al ritmo de la rumba y con Los Chichos al compás. Mañana, lunes, a las once de la noche, estarán en la gijonesa playa de Poniente, que la fiesta no decaiga. Uno de sus fundadores, Emilio González Gabarre, anticipa el concierto.
-Su último disco es 'Hasta aquí hemos llegado'. ¿Punto y seguido?
-No es un punto final. Todavía haremos muchos discos más.
-Han reunido a su alrededor para la grabación a un montón de artistas, desde Estopa ('Historia de Juan Castillo') a Los Chunguitos ('Mujer cruel'), pasando por Manolo García ('Quiero ser libre'), Sergio Dalma ('Son ilusiones') o Bebe ('El Vaquilla'). ¿Cómo se logra que todo el mundo les quiera?
-Aparte de por las canciones, yo creo que si se nos quiere es porque somos sencillos, nada que ver con los artistas estiraos.
-¿Recuerda los viejos tiempos, cuando acompañaba a los Farina en las fiestas para señoritos?
-Era todavía en la época franquista, no sé cuántos años hace. Recorríamos Salamanca de arriba abajo, en los bares de la plaza Mayor -que era una maravilla-, en los cortijos, en el barrio chino. Se ganaba dinerito, aquellas sábanas azules y verdes, de quinientas y mil pesetas.
-Tanto dinerito, que sus padres tenían dudas acerca de su procedencia...
-Tenía una familia larga, a la que mantenía. Y, sí, no veían del todo claro de dónde salía aquello, si me había hecho delincuente...
-Junto con usted, Los Chichos son su hermano Julio y su hijo, Junior. ¿La familia que canta unida permanece unida?
-Son muchos años, y nos llevamos bien. Tenemos nuestras discusiones, como todos los grupos; pero siempre por motivos de trabajo, y a los cinco minutos ya se nos ha olvidado todo.
-Junior se incorporó en el 90, pero su música suena desde hace treinta y cinco años. ¿Los escenarios dan mucha alegría o también algo de fatiguilla?
-La alegría, la fatiga y las penas van juntas, compaginadas. No puede ser todo alegría. Para disfrutar de la alegría, hay que conocer las penas.
-Entre las penas, la pérdida de Juan Antonio Jiménez, Jeros, que les acompañó hasta los 90 y desgraciadamente ya ha fallecido...
-En los conciertos, una parte de los aplausos siempre son para él. Continúa con nosotros en el escenario... Sí, es una pena, pero la vida sigue.
-Son muchos los que se reclaman herederos suyos, aunque ustedes no quieren señalar a nadie. ¿No hay ninguno que les entre más por el ojito derecho; por ejemplo, Estopa?
-Ay, es que Estopa se criaron con nosotros... Pero no hacemos discriminaciones.
-¿La rumba se entiende igual en el Norte que en el Sur?
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