lunes, 2 de abril de 2012

Los Chichos vuelven de punta en blanco con 'Ladrón de amores'


Los Chichos no quieren entrar en las zonas de sombra de su biografía. Inútil evocar aquella entrevista en Interviu de 1991, donde hablaban de las virtudes de la cocaína y de su buena relación con algunos miembros del servicio antidrogas de la Guardia Civil. Ciertamente, no resulta agradable recordar el descenso a los abismos de Jero, antiguo cantante y compositor, que se suicidó en 1995 tras una frustrada intentona de triunfar en solitario. Jero ha sido inmortalizado por Estopa en El del medio de Los Chichos y ellos agradecen el detalle: 'Los dos hermanos de Estopa estaban en los premios Amigo, les ofrecieron saludar a U2 pero dijeron que preferían estar con nosotros'.


'Todos los artistas grandes tienen respeto y admiración por Los Chichos. Joaquín Sabina era fan nuestro y nos produjo un disco en directo. Igual que Joan Manuel Serrat, con el que hicimos campaña en favor del PSOE: teníamos el mismo arreglador, Ricardo Miralles. Serrat nos dejaba cerrar los actos, decía que no había manera de actuar detrás de nosotros. Carlos Cano también colaboró en discos nuestros. Nos llevamos muy bien con los rumberos catalanes, Peret o Los Amaya. Todo el mundo nos quiere
Los Chichos presumen ahora de sutileza y elegancia. Adiós a las historias truculentas, con resultado de sangre y final en la cárcel. En vez de mujeres de la calle que rompen hogares, 'hablamos en Rosa deshojada de una perfecta maniquí que anda por la Gran Vía de Madrid.'
Los Chichos han abandonado los suburbios y ahora suenan cosmopolitas: 'Hay orquestaciones muy caribeñas, el arreglista es Vicente Borland, un pianista panameño que es un monstruo'. También tocan Jorge Pardo, Luis Dulzaides y muchos flamencos.
Los Chichos viven para el presente. Les cuesta retroceder a los primeros tiempos: 'Empezamos por las barras americanas de Salamanca, siempre había un señorito que pillaba una, ah, una prostituta y se le calentaba el paladar, quería que se montara una juerga a base de fandangos y bulerías y allí estábamos los gitanos. Con suerte, terminábamos con cinco mil pesetas. Luego, nos presentamos a Philips, por intercesión del padre de Paco de Lucía. Hicimos una prueba y nos ficharon en el momento. Fueron tiempos increíbles: en aquel estudio de avenida de América nos turnábamos con Paco, con Camarón. No éramos conscientes pero en la música española hay un antes y después de aquellos discos.'

El del medio de Los Chichos


El otro día, en el Palau Sant Jordi, una multitud formada por niños, adolescentes, adultos y algún abuelo prematuro coreaba al dúo Estopa, digno representante de la rumba pop con denominación de origen extrarradio. Entre las canciones entonadas por el público sonó una que forma parte de un disco del que llevan vendidos más de un millón de ejemplares y cuya letra dice así: 'El de en medio de Los Chichos/ se me ha aparecío en sueños/ se me ha aparecío y me ha dicho/ 'de tu tumba soy el dueño'/ el de en medio de Los Chichos/ me ha dicho que en la otra vida/ se le han olvidado las penas/ se acuerda de la alegría/ me ha dicho que está muy solo/ que no tiene compañía'. Pues bien: el de en medio de Los Chichos se llamaba Juan Antonio Jiménez, alias El Jero. Supongo que los Estopa le describen así porque en las carátulas de los discos y los pósteres aparecía entre los otros dos componentes (Julio y Emilio) del trío Los Chichos, institución de la música de autos de choque que, tras 27 años de existencia, todavía sigue dando guerra.


Dicen que Los Chichos han vendido más de 15 millones de discos y recorrido cerca de tres millones de kilómetros. La línea de salida de esta larga trayectoria hay que buscarla a principios de los setenta, en Madrid, en barrios como Caño Roto, que vio nacer a los grupos que electrificaron, nonainoná, la rumba gitana. La ch era entonces la letra de moda: Chichos, Chorbos y Chunguitos formaron la armada que apareció para desbancar a la rumba que se hacía, con mayor respeto a la tradición pero menos comercialidad, en Cataluña. En sus primeros años, Los Chichos despuntaron por el atrevimiento de sus arreglos, de un psicodélico casi kitsch. Y también por algunas composiciones de las que muchas veces era autor El Jero. Así lo describe El Vaquilla en su libro: 'Es noble y auténtico. Va vestido completamente de vaquero. Luce su media melena y su eterna sonrisa'. Y sobre Los Chichos, añade: 'La música de estos tres chavales ya forma parte de los sentimientos de toda una generación que hemos vivido desde la subcultura de la marginación social'. No sé ahora, pero durante muchos años la canción Quiero ser libre, compuesta por El Jero en 1974, se convirtió en el himno de los presos comunes. Pero también acompañó a los que estaban fuera, soportando mutaciones sociales difíciles de superar, como la destrucción de los códigos familiares y de los métodos de supervivencia de la comunidad gitana que provocó la heroína, a la que fue necesario combatir con armas terrenales y munición espiritual, de las que algunos se arrepienten casi tanto como de haber probado la droga.


El mundo poético de El Jero y de los otros miembros del grupo insistía en tratar del amor y sus circunstancias. Mujeres crueles que se marchan con el dueño de un bar. Engaños de gitanas que se lo hacen con payos, 'con ese jambo que vive enfrente/ que tiene coche y tiene dinero'. Varones que amenazan a sus novias infieles. Y, como telón de fondo, un paisaje socialmente caldeado en el que, sin embargo, siempre hay un lugar para el amor, la amistad, la fiesta y la esperanza. 'Me han dicho que te lo haces/ con un hombre de la noche' o, en dirección contraria, 'tengo un amor en la calle/ que pone precio a su cuerpo'. O ese desgarrador remordimiento del hijo bala perdida que acude a pedirle perdón a su madre: 'Tú me has dado la vida que tengo'. Los Chichos eran capaces de convertir en bailables auténticos docudramas. ¿Prostitución? 'Bastante desgracia tienes/ que te tienes que vender/ con el primero que llegue'. ¿Marginalidad? En la canción Campo de la Bota, esta frase lo dice todo: 'Aquí mueren los chivatos'. ¿Fatalidad? 'El cristal cuando se empaña/ se limpia y vuelve a brillar'. ¿Turismo? 'Qué tendrá Marbella/ que aquí todo el mundo/ se coloca/ coloca'.


Las casetes de Los Chichos mandaron durante décadas en los expositores de las gasolineras. Triunfaron en los altavoces de las ferias ambulantes y arrasaron en bares de madrugada con alcohol de garrafa y humeantes timbas clandestinas detrás de cortinas empapadas de, nonainoná, ambientador. De vez en cuando, entre acorde y acorde, los componentes del grupo se permitían algunas exclamaciones de brillantísimo efecto, como aquel 'vamos a echarle caldo/ que los garbanzos están duros', que elevaron a la categoría de olé, primo hermano del grito que sus palmeros le daban a Camarón: 'Venga, Camarón, que tú podrías cantar mudo'. Según un escueto despacho de la agencia Efe, Juan Antonio Jiménez, alias El Jero, actualmente conocido como el de en medio de Los Chichos, saltó por la ventana de un piso del barrio madrileño de Entrevías un día de octubre de 1995. Llevaba cinco años separado del grupo, intentando levantar una carrera en solitario que, por lo visto, no cuajó. Ahora se aparece en los sueños de un dúo llamado Estopa y miles de personas corean su descripción en el Sant Jordi. La leyenda, pues, continúa

domingo, 1 de abril de 2012

Esa rumba tan flamenca


Pocos artistas pueden presumir a estas alturas de la industria musical de haber vendido más de 22 millones de discos, de que su último trabajo sea disco de platino y de llevar desde 1973 de gira, con pequeños parones para grabar. Son «Los Chichos», una buena porción de la historia musical de España. «Debemos de ser algo importante, aunque nosotros no lo consideramos así», dicen.
«Los Chichos» llegan hoy a Oviedo para actuar esta noche en la sala Estilo. El concierto está programado para cinco minutos antes de las medianoche, y la entrada tiene un precio de 15 euros. El trío (Emilio González Gabarre, Julio González Gabarre y Emilio González García) presentarán su disco «Hasta aquí hemos llegado», un trabajo en el que repasan toda su trayectoria. Ahí están la «Historia de Juan Castillo», «Quiero ser libre», «El Vaquilla» o «Yo quiero a Mai». El trabajo tiene un plus, ya que «Los Chichos» han reunido en el estudio a una larga lista de artistas: «Estopa», Manolo García, Antonio Orozco, Bebe, «Los Delinqüentes», «El Arrebato», Peret, Andy y Lucas, Sergio Dalma, Hanna, Camela, Pitingo, Ismael Serrano, José el Francés, «Medina Azahara» y «Los Chunguitos». Han dado libertad a todos sus amigos para interpretar sus canciones, y todos han sido fieles al estilo del trío, aunque con los años se ha hecho más guitarrero pese a mantener la esencia de la rumba, «esa rumba tan flamenca que Los Chichos componemos», cantan.
Han superado las tres décadas, pero sus canciones siguen funcionando «porque cantamos a la vida y a las personas, y eso sigue siendo lo mismo». Unas letras tan directas como la vida misma y una actitud «humilde y sencilla» les permite seguir con sus bolos, con cuatro o cinco conciertos al año, y enganchar a un nuevo público, a chavales de 18 y 20 años, «principalmente payos», porque «nosotros no hacemos flamenco y si me apuras tampoco hacemos rumba», matizan, Lo suyo lo resumen como «canciones que te pegan pellizcos». En todo caso, lo suyo es «rumba madrileña».
Están dentro de la industria, pero tampoco les preocupan demasiado las ventas. Saben que les piratean desde los años 70 y no le ponen muchos reparos. Ahora las copias son en formato digital, pero antes sus fans grababan de vinilo o casete a una «cinta virgen». Una gitana de un mercado del sur de España les dijo hace más de 30 años que desde que habían empezado a salir sus discos ella podía alimentar bien a sus hijos, porque vendía cintas grabadas con sus canciones. Para ellos es un orgullo.
Esta noche «Los Chichos» volverán a cantar sus clásicos en Estilo. También pasarán por el programa «La gran noche de terapia», de la Televisión del Principado de Asturias (TPA), el próximo viernes. Dejarán su sello en Asturias, una tierra a la que confiesan que siempre les gusta volver.

La rumba de «Los Chichos» se ganó a todo Poniente


El trío empezó el concierto sabiendo «cómo vamos a empezar, pero el final será cuando el público se canse»


En España existe el concepto «chichero». Lo dejaron claro ayer en Gijón los artífices de la palabra: Julio y Emilio González Gabarre y Junior -hijo de Emilio-, a la sazón, «Los Chichos». Fueron ellos quienes se subieron al escenario de Poniente y con sus voces, sus bailes y sus palmas, recordaron por qué son uno de los máximos exponentes de la rumba española.
«Los Chichos», ante un numerosísimo público -como se recordaba pocas veces en Poniente- sedujeron con un repertorio de canciones más que conocidas por todos los asistentes al recital. El trío sacó toda su fuerza para hacer que sus seguidores «los "chicheros" cantasen hasta los silencios; eso es lo que nos gusta», decía Junior antes del concierto.
Sus 35 años de andanzas son imposibles de resumir en un solo espectáculo. Por eso, Julio, Emilio y Junior sabían los temas con los que iban a empezar pero no cómo iban a terminar su actuación. «Cuando el público se canse nos iremos. Nuestros directos son muy moviditos y lo que intentamos es que se animen con nosotros; que ellos canten canciones que han sonado en los cassettes de todos los coches españoles de las tres últimas décadas. Y cuando ellos canten, nosotros nos callaremos», bromeaba Junior, el pequeño de la formación.
El trío está orgulloso de sus seguidores, que ayer se contaban por muchos miles. «Estamos bendecidos. Es lo mejor que tenemos. Dependemos de los "chicheros" porque son los responsables de nuestros 35 años en la música». Muchos fueron los temas que generaciones enteras cantaron ayer en un concierto en el que «Los Chichos» demostraron que no piensan dejar la música. «Es nuestra vida y, como no vivimos de la imagen, de momento, seguiremos».
Pero antes de la rumba hubo más música en Gijón. La banda británica «Spiritualized» fue la encargada de ir calentando el alma de la fiesta en la plaza Mayor. Los seguidores más fieles estallaron en vítores cuando Jason Pierce, compositor y vocalista, salió al escenario con sus gafas de sol. El dolor, el amor o los viajes espaciales cantados a ritmo de soul, blues y jazz constituyeron su repertorio.

lunes, 19 de marzo de 2012

Los Chichos retoman la rumba social

Nuevo trabajo de Los Chichos»» Su último trabajo, Ladrón de amores , cantaba al amor y al desamor. Pero Los Chichos han querido volver a sus comienzos con Cabibi , su nuevo disco, para el que han recuperando el estilo que les catapultó al éxito allá por los años 70 con temas como Ni más ni menos o Quiero ser libre . Lo definen como «rumba madrileña» y -según explican- se diferencia de la catalana «en que no se rasca la guitarra y es mucho más aflamencada». Los hermanos Julio y Emilio González y el hijo de éste, Emilio , que sustituye a Juan Antonio Jiménez , Jeros (o el del medio de Los Chichos), desde su muerte en 1995, han hecho un disco de protesta social. «Nosotros cantamos a la realidad, a la calle, a los problemas que surgen en la vida cotidiana, a la falta de libertad y al mal de amores», y para ello han contado con la producción de Paco Ortega y la colaboración de Nuria Fergó . «Aunque sea una de las ganadoras de Operación Triunfo, eso no quiere decir que por ella vayamos a vender más discos», señaló Julio. Sea por ella o no, seguro que Cabibi o se convierte en un éxito en las pistas de baile este otoño.