miércoles, 11 de abril de 2012

Los Chichos actuación en Vigo 1972


Un disco homenajea a Jeros, el compositor de Los Chichos


Julio Jiménez Borja, Chaboli, tenía 20 años cuando murió su padre. El percusionista cuenta que pasaron cuatro más hasta que se atrevió a volver a oír la música de aquel flaco y risueño rumbero que cantó los problemas de los marginados de las grandes ciudades.Necesitó tiempo: Jeros había escrito 200 canciones en sus 20 años en activo y, según Chaboli, hay 100 más que permanecen inéditas. Desde 1971, con Los Chichos y bajo la supervisión de Antonio Sánchez, el padre de Paco de Lucía, Jeros llevó la rumba a la categoría de fenómeno sociológico, saludable etiqueta que llegó al cine, con la banda sonora de Yo, El Vaquilla, y que Estopa ha metido en el siglo XXI.Chaboli dice que cada vez se acuerda más de su padre, que pone sus discos en cuanto se levanta y que, con ese espíritu, decidió juntarse con Josemi Carmona 'para recuperar su voz original con sonidos más actuales'.
El proceso fue difícil. 'Quedamos en oír el repertorio durante una semana, y cuando nos vimos él tenía apuntadas 80 canciones y yo 75'. Al final, se pusieron de acuerdo y quedaron algunas tan conocidas comoBailarás con alegría, Amor de compra y venta o Quiero ser libre.Luego llegaron las adhesiones. Alejandro Sanz hace dúo virtual con Jeros en Quiero estar solo; el bailaor Farruquito pone sus pies enBailarás con alegría; Jarabe de Palo colabora en Amor pecador; Lolita mete voz y corazón en Amor y ruleta; Niña Pastori (la actual compañera de Chaboli) se encarga de Otro camino, y Pepe Habichuela, Montse Cortés, Marina Heredia, Pepe Luis Carmona, José Soto, Duquenque y Los Chichos aparecen juntos en un popurrí por tangos.Chaboli está 'muy agradecido' a todos; ha visto que hay mucha gente 'que adoró la música' de su padre y que 'reconoce que abrió camino a la fusión que triunfa ahora'. Y eso le parece suficiente. 'Aunque ojalá pueda hacer otro disco igual'.

EN MEDIO DE LOS CHICHOS


El otro día, en el Palau Sant Jordi, una multitud formada por niños, adolescentes, adultos y algún abuelo prematuro coreaba al dúo Estopa, digno representante de la rumba pop con denominación de origen extrarradio. Entre las canciones entonadas por el público sonó una que forma parte de un disco del que llevan vendidos más de un millón de ejemplares y cuya letra dice así: 'El de en medio de Los Chichos/ se me ha aparecío en sueños/ se me ha aparecío y me ha dicho/ 'de tu tumba soy el dueño'/ el de en medio de Los Chichos/ me ha dicho que en la otra vida/ se le han olvidado las penas/ se acuerda de la alegría/ me ha dicho que está muy solo/ que no tiene compañía'. Pues bien: el de en medio de Los Chichos se llamaba Juan Antonio Jiménez, alias El Jero.Supongo que los Estopa le describen así porque en las carátulas de los discos y los pósteres aparecía entre los otros dos componentes (Julio y Emilio) del trío Los Chichos, institución de la música de autos de choque que, tras 27 años de existencia, todavía sigue dando guerra.
Dicen que Los Chichos han vendido más de 15 millones de discos y recorrido cerca de tres millones de kilómetros. La línea de salida de esta larga trayectoria hay que buscarla a principios de los setenta, en Madrid, en barrios como Caño Roto, que vio nacer a los grupos que electrificaron, nonainoná, la rumba gitana. La ch era entonces la letra de moda: Chichos, Chorbos y Chunguitos formaron la armada que apareció para desbancar a la rumba que se hacía, con mayor respeto a la tradición pero menos comercialidad, en Cataluña. En sus primeros años, Los Chichos despuntaron por el atrevimiento de sus arreglos, de un psicodélico casi kitsch. Y también por algunas composiciones de las que muchas veces era autor El Jero. Así lo describe El Vaquilla en su libro: 'Es noble y auténtico. Va vestido completamente de vaquero. Luce su media melena y su eterna sonrisa'. Y sobre Los Chichos, añade: 'La música de estos tres chavales ya forma parte de los sentimientos de toda una generación que hemos vivido desde la subcultura de la marginación social'. No sé ahora, pero durante muchos años la canciónQuiero ser libre, compuesta por El Jero en 1974, se convirtió en el himno de los presos comunes. Pero también acompañó a los que estaban fuera, soportando mutaciones sociales difíciles de superar, como la destrucción de los códigos familiares y de los métodos de supervivencia de la comunidad gitana que provocó la heroína, a la que fue necesario combatir con armas terrenales y munición espiritual, de las que algunos se arrepienten casi tanto como de haber probado la droga.
El mundo poético de El Jero y de los otros miembros del grupo insistía en tratar del amor y sus circunstancias. Mujeres crueles que se marchan con el dueño de un bar. Engaños de gitanas que se lo hacen con payos, 'con ese jambo que vive enfrente/ que tiene coche y tiene dinero'. Varones que amenazan a sus novias infieles. Y, como telón de fondo, un paisaje socialmente caldeado en el que, sin embargo, siempre hay un lugar para el amor, la amistad, la fiesta y la esperanza. 'Me han dicho que te lo haces/ con un hombre de la noche' o, en dirección contraria, 'tengo un amor en la calle/ que pone precio a su cuerpo'. O ese desgarrador remordimiento del hijo bala perdida que acude a pedirle perdón a su madre: 'Tú me has dado la vida que tengo'. Los Chichos eran capaces de convertir en bailables auténticos docudramas. ¿Prostitución? 'Bastante desgracia tienes/ que te tienes que vender/ con el primero que llegue'. ¿Marginalidad? En la canción Campo de la Bota,esta frase lo dice todo: 'Aquí mueren los chivatos'. ¿Fatalidad? 'El cristal cuando se empaña/ se limpia y vuelve a brillar'. ¿Turismo? 'Qué tendrá Marbella/ que aquí todo el mundo/ se coloca/ coloca'.
Las casetes de Los Chichos mandaron durante décadas en los expositores de las gasolineras. Triunfaron en los altavoces de las ferias ambulantes y arrasaron en bares de madrugada con alcohol de garrafa y humeantes timbas clandestinas detrás de cortinas empapadas de, nonainoná, ambientador. De vez en cuando, entre acorde y acorde, los componentes del grupo se permitían algunas exclamaciones de brillantísimo efecto, como aquel 'vamos a echarle caldo/ que los garbanzos están duros', que elevaron a la categoría de olé, primo hermano del grito que sus palmeros le daban a Camarón: 'Venga, Camarón, que tú podrías cantar mudo'. Según un escueto despacho de la agencia Efe, Juan Antonio Jiménez, alias El Jero, actualmente conocido como el de en medio de Los Chichos, saltó por la ventana de un piso del barrio madrileño de Entrevías un día de octubre de 1995. Llevaba cinco años separado del grupo, intentando levantar una carrera en solitario que, por lo visto, no cuajó. Ahora se aparece en los sueños de un dúo llamado Estopa y miles de personas corean su descripción en el Sant Jordi. La leyenda, pues, continúa.

"TODOS LOS DELINCUENTES NOS ESCUCHAN"


Domingo 1 de junio de 2008
Gitanos hasta la muerte, son uno de los grupos que más ha vendido en España. Homenajeados por Sabina, Serrat y Estopa, son la voz de la rumba flamenca de los márgenes. En los ochenta jalaron cocaína con policías y pusieron música a la vida de "El Vaquilla", el mítico robaautos de Barcelona.


Corren los años setenta y un adolescente moreno se calza ladrillos en los pies para cometer un nuevo atraco. Todo ocurre a la velocidad de la heroína: acaricia la pistola en el bolsillo, roba un Seat 124 y sus zancos aprietan con fuerza el acelerador.
En pocos segundos, Juan José Moreno Cuenca, alias "El Vaquilla", protagonizará una de las más espectaculares persecuciones policiales de las que la vieja Barcelona tenga memoria. Y todo al ritmo de Los Chichos, la banda de rumberos que aterriza por primera vez en Chile el 4 de junio, a las 20 horas, en el Teatro Caupolicán. Y que hoy está conformada por los hermanos Emilio y Julio González y el hijo del primero, Júnior González.Golpeado por la periferia gris desde su nacimiento, este mítico delincuente del barrio La Mina, pasó más de la mitad de sus 42 años en la cárcel. A fuerza de palizas, reformatorios, transas, motines y agujas, "El Vaquilla" fue vencido por la cirrosis en 2003.Atrapado en su propia leyenda, la vida del Robin Hood de los suburbios fue llevada al cine en el '85 por José Antonio de la Loma ("Yo, 'El Vaquilla'"), cuando éste estaba tras las rejas. Su única condición fue que la banda sonora estuviera en las manos de Los Chichos: gitanos oriundos de Vallecas que actualmente tienen más de 30 años de carrera en el cuerpo y que llegaron a vender más de 20 millones de discos sólo en España, convirtiéndose en un fenómeno en los años ochenta.La historia del rey del volante la conoce de sobra el fundador del grupo, Emilio González, quien con voz aguardentosa cuenta: "Él ponía nuestra música para robar. Y es que a nosotros, todos los delincuentes nos escuchan. Recuerdo que fuimos a visitarle a la cárcel. Era buena gente el chaval, pero parecía que se encontraba más a gusto en la cárcel que en la calle, porque allí era muy respetado".
La empatía histórica que existe entre los pioneros de la rumba flamenca (fueron descubiertos por el "padre" de Paco de Lucía en 1973) y los barrios bajos no es azarosa, considerando que Los Chichos también han sido discriminados por su condición de gitanos, y que así como el legendario Juan José Moreno Cuenca, han tenido una vida marcada por luces y sombras: por un lado, la fama, su veintena de discos y los innumerables homenajes que le rinden músicos admiradores como Estopa, Joaquín Sabina, Ismael Serrano, Joan Manuel Serrat y Alejandro Sanz, y por otro, su superada adicción a las drogas (en el pick de su carrera los policías llegaban a sus camerinos para compartir con ellos líneas de cocaína) y el suicidio en 1995 del compositor de la banda por excelencia: Juan Antonio Jiménez, conocido como "Jeros"."Él tenía una depresión y a pesar de que impedí tres veces que se quitara la vida, la última vez no alcancé a llegar. Iba camino a su casa cuando me llamaron y me dijeron que se había lanzado por la ventana", confiesa con tristeza. Y sobre las drogas señala entre risas: "Es verdad que nos metimos rayas de cocaína y que cuando cometíamos imprudencias en el tránsito los policías nos dejaban pasar, pero de todo se cansa uno y pisar ese palo es muy peligroso. Ahora preferimos la naturalidad".Actualmente, Los Chichos preparan un álbum que estaría listo en noviembre y que se titula "35 aniversario", con colaboraciones de artistas como Joaquín Sabina. Y a días de su visita a Chile, Emilio adelanta: "Se van a encontrar con un trío de españoles muy flamencos, con una linda banda y con lo que sabemos hacer mejor: la rumba y las letras".